Si uno observa la literatura puede encontrar un basto número de factores que conforman la distribución del ingreso de un país, la lista depende del país o grupo de países bajo análisis. Sin pretender hacer un listado exhaustivo, a continuación puntualizo aquellos que considero más notables. No obstante, para cada uno se describen las consideraciones a la luz de la evidencia empírica.
CRECIMIENTO: Nadie parece dudar que el crecimiento deba estar en el centro de cualquier estrategia acertada de reducción de pobreza. Obviamente, el crecimiento asociado con cambios progresivos distribucionales reducirá la pobreza más que el crecimiento que deja la distribución inalterada. Por otro lado el crecimiento económico es menos efectivo en la reducción de la pobreza en aquellos países con peor distribución del ingreso. La reducción de la pobreza es más fuerte cuando el crecimiento está inclinado hacia los sectores trabajo-intensivos.
Sin embargo la literatura presenta las llamadas trampas de pobreza, acentuando la insuficiente tenencia de activos (incluyendo el capital humano), umbrales en los retornos de aquel activo y el acceso limitado al crédito del pobre como los determinantes principales de su inhabilidad de aprovechar oportunidades de crecimiento.
CAPITAL HUMANO: Gran parte de la literatura sobre los determinantes de la desigualdad se ha concentrado en los ingresos laborales; porque en el agregado el trabajo es la principal fuente de ingresos, los ingresos de capital y los jubilatorios dependen en parte de los ingresos laborales pasados, en cambio los ingresos provenientes del trabajo suelen ser mejor captados en las encuestas de hogares, éstos están fuertemente influidos por el nivel de educación de las personas. Sin embargo el efecto directo de la educación sobre la desigualdad laboral no es fácil de inferir, el aumento de la participación de un grupo poblacional sobre la desigualdad total depende de la desigualdad interna del grupo respecto del resto de la población y de su posición respecto del ingreso medio. Por ejemplo, un aumento de la participación de los graduados universitarios en el grupo de trabajadores seguramente tiene un efecto directo desigualador, dado que se trata de un grupo con desigualdad interna alta y con ingresos medios en la cola superior de la distribución.
Otro factor de gran influencia es la estructura productiva de un país que hace que se demanden relativamente más o menos trabajadores cualificados. En este sentido, y por ello se analizan a continuación y por separado, el comercio internacional, el cambio tecnológico y la inversión en capital físico han sido señalados por la literatura especializada como los principales sospechosos de generar aumentos en la demanda relativa de trabajo calificado, lo cual tiene un importante efecto desigualador.
En algunos trabajos de Gasparini para la Argentina se concluye que el aumento en los retornos a la educación ha sido un factor desigualador y de gran relevancia cuantitativa. Los retornos a características no observables han tenido también un papel significativo (dentro de esta categoría podemos considerar el sexo y la edad, el talento, la responsabilidad o la perseverancia, contactos laborales, vínculos sociales, grupo étnico, etc.).
LIBERALIZACIÓN COMERCIAL: En una economía de dos sectores con intensidades de habilidad diferentes, el modelo de Heckscher-Ohlin de comercio internacional predice que la reforma comercial en un país abundante de cierta habilidad aumentará el precio relativo de bienes producidos en el sector intensivo de dicha habilidad. El teorema de Stolper-Samuelson predice que este cambio de precios de producto será traducido en un aumento de los salarios de trabajadores en tal sector de la economía. La liberalización entonces debería reducir diferencias salariales si la producción se desplaza hacia la ventaja comparativa de un país, que dentro de las suposiciones del marco clásico parecería beneficiar a trabajadores menos calificados en relación con trabajadores más calificados en la mayor parte de países en vía de desarrollo.
Pero por otro lado, si el marco previo a la liberalización estuviera protegiendo a los trabajadores no cualificados, éstos podrían encontrarse desempleados una vez puesta en marcha la liberalización.
Si Argentina, tal como han señalado algunos investigadores, es un país que cuenta con abundancia relativa de recursos naturales y mano de obra calificada, comparada con la media mundial y con sus socios comerciales en el MERCOSUR, entonces la política de apertura comercial implicaría un desplazamiento hacia la producción y el empleo en sectores que utilizan esos factores con mayor intensidad. Este fenómeno provocaría a su vez un aumento del retorno a los recursos naturales y un ensanchamiento de la brecha salarial entre los trabajadores calificados y los no calificados. Un mayor grado de integración de una economía como la argentina a los mercados mundiales puede repercutir en la desigualdad a través de un segundo canal. Una mayor apertura conlleva una caída del precio de los bienes de capital y, por cierto, la introducción de nuevas tecnologías. Dado que el capital es más complementario de la mano de obra calificada que de la no calificada, la integración podría producir un incremento de la demanda de mano de obra calificada en todos los sectores productivos y generar, por ende, un aumento de la prima de calificación.
La evidencia empírica, en este sentido, está bastante segmentada en sus conclusiones. Están quienes acentúan que un proceso de liberalización es una estrategia pro-crecimiento y como tal, aunque pueda en el corto plazo ser desigualadora, en el largo plazo contribuirá a distribuir mejor los ingresos. Por otro lado hay quienes puntualizan los efectos de corto plazo.
CAMBIO TECNOLÓGICO SESGADO E INVERSIÓN EN CAPITAL FÍSICO: Un cambio tecnológico sesgado a favor de la mano de obra calificada puede generar un aumento en la prima salarial por calificación. Las mejoras tecnológicas tienen una ramificación adicional, si éstas afectan a los bienes de capital, pueden reducir su precio relativo e intensificar su uso. La hipótesis es que la incorporación de nuevas maquinarias y equipos en un sector aumenta la brecha salarial entre calificados y no calificados en ese sector porque el capital es más complementario de la mano de obra calificada y porque el nuevo capital tiene usualmente incorporadas mejoras tecnológicas que suelen aumentar la productividad relativa de éstos trabajadores.
La evidencia existente para varios países sugiere un efecto desigualador y de magnitud importante tanto del cambio tecnológico sesgado como de la inversión en capital físico.
DESEMPLEO: La literatura distributiva no ha dedicado demasiada atención al desempleo como factor determinante de la desigualdad. Ésta ha aumentado fuertemente en países como Estados Unidos en los ochenta y noventa, junto con tasas de desempleo muy bajas y estables. La historia argentina hasta los noventa tampoco ofrecía evidencia a favor de una clara relación positiva entre desempleo y desigualdad. Sin embargo, el fuerte aumento conjunto de la desigualdad y el desempleo en los noventa situó a este último como uno de los principales sospechosos del deterioro de la distribución. El desempleo puede afectar a la desigualdad mediante múltiples mecanismos: mayor desempleo implica probablemente más gente con ingreso cero y por ende más familias con ingreso nulo o bajo. Bajo ciertas condiciones, este canal se refuerza si quienes pierden ingresos son familias de ingresos bajos.
Cabe mencionar que la estructura salarial y de empleo suelen ser afectadas por instituciones laborales, típicamente, los sindicatos y el salario mínimo. A menudo, los sindicatos obtienen condiciones salariales ventajosas para sus afiliados. En la medida en que las agrupaciones gremiales sean más importantes para los trabajadores no calificados, un mayor poder sindical mejora la distribución.
La relación poder sindical-desigualdad atrajo la atención de los economistas por dos razones: en países como Estados Unidos e Inglaterra el aumento de la desigualdad coincidió con un importante debilitamiento sindical y los países de Europa Continental, con fuertes sindicatos, presentan niveles de desigualdad inferiores (y de desempleo superiores) a los de los países anglosajones. La evidencia empírica internacional muestra en general que el poder sindical afecta la dispersión de los salarios, aunque existe debate sobre la relevancia cuantitativa de este efecto. A similares conclusiones llegan los estudios que vinculan los cambios en el salario mínimo con la dispersión de ingresos laborales. En Argentina la segunda mitad de los setenta y los noventa (períodos de aumento de la desigualdad) coinciden con etapas de debilitamiento sindical.
TAMAÑO DEL GOBIERNO: A pesar del papel significativo que los gobiernos pueden jugar en la provisión de bienes y servicios públicos, también pueden ser un drenaje sobre la actividad privada. Esto probablemente es el caso si los gobiernos imponen altos impuestos, asumen papeles más absorbentes para el sector privado, mantienen programas ineficaces y una burocracia hinchada. Así, en principio, gobiernos más grandes probablemente dañan las perspectivas de crecimiento. Sobre este aspecto, se puede decir que la literatura de crecimiento empírica muestra un cierto grado de acuerdo general.
El efecto del tamaño del gobierno sobre la desigualdad es menos claro. Un factor que influye es la estructura de gastos, si la mayor parte del gasto público es dedicado a los sectores sociales y otros programas, como la infraestructura, de los cuales el pobre probablemente se beneficia, éste tiene un impacto positivo sobre la evolución de desigualdad. Mientras los gastos sean dirigidos a la salud, la enseñanza primaria, y los programas de transferencia en efectivo se darán ventajas a la gente de la parte inferior de la distribución más que la gente en la parte más alta, otros tipos de gastos sociales, como la educación terciaria, algunas pensiones y subsidios a la electricidad, son intensamente regresivos.
Sobre el frente empírico, la literatura otra vez está bastante dividida, con resultados para todos los gustos posibles se obtienen estudios que revelan relaciones entre el tamaño del gobierno y la distribución de forma positiva, negativa o sin relación alguna.
DESARROLLO FINANCIERO: Su efecto sobre la desigualdad y la pobreza es ambiguo. Modelos teóricos consideran que imperfecciones financieras de mercado pueden perpetuar desigualdades de riqueza en la presencia de inversiones indivisibles. Los emprendedores pobres (sin respaldo, sin historia crediticia) sobre todo son afectados por las asimetrías de información, costos de transacción, y gastos de ejecuciones de contrato, así como otras imperfecciones en los mercados de capitales. Estas imperfecciones pueden dificultar la asignación de capital a emprendedores pobres con proyectos de retornos altos (por ejemplo, se pueden aplazar inversiones en capital humano) y aumentar las desigualdades. En este caso, el desarrollo financiero reduciría la pobreza no sólo por el mayor crecimiento (por la mejora en la asignación de capital) sino también por una distribución más igualitaria del ingreso, relajando imperfecciones de mercado y concediendo el acceso del pobre al mercado de crédito.
Pero es también posible argumentar que el desarrollo financiero puede empeorar la desigualdad del ingreso (al menos en las etapas iniciales de desarrollo económico). Con el desarrollo de intermediarios domésticos financieros puede beneficiarse principalmente el rico ya que los sectores más pobres de la economía confían sobre todo en la banca informal y conexiones de familia para financiar sus proyectos.
Distintos estudios empíricos realizados para países de América Latina resultan confrontados.
Diaz Almada "Factores que Influyen en la Desigualdad" [en linea]
Dirección URL: https://www.zonaeconomica.com/argentina/distribucion-ingreso/factores (Consultado el 24 de Dic de 2024)