La economía del nuevo gobierno de Laura Chinchilla

La economía del nuevo gobierno de Laura Chinchilla

Dr. Leiner Vargas Alfaro
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El claro-oscuro del tema económico para el próximo gobierno de la presidenta electa Laura Chinchilla es reflejo de las contradicciones casi normales de una economía y un país, que no logra despegar con reformas sustanciales que potencien el desarrollo y que garanticen sostenibilidad a largo plazo en su bienestar. Si incorporamos los años recientes a la historia económica, podemos claramente decir que las reformas de largo plazo requeridas para el crecimiento sostenido de la calidad de vida de nuestro pueblo siguen en aún en el tintero. Entre otras, por ejemplo, la principal debilidad económica de corto plazo es una economía más débil en su crecimiento, con claro faltante de empleo –sobre todo para los grupos etáreos más jóvenes y las mujeres-, con una inflación a la alza y con deterioro significativo de la desigualdad social y con un galopante déficit en las finanzas públicas. Las reformas económicas no terminan de acoplarse a un sistema social que no resiste más la carga del Estado que se sustenta esencialmente sobre la clase media y trabajadora, con cada vez menos eficacia en materia de resultados de gestión –para muestra el reciente reporte del propio MIDEPLAN sobre cumplimiento de metas-.

Es así como se vislumbra la necesidad de avanzar de manera sólida en agendas no necesariamente discutidas en campaña, como lo es la reforma al sistema de administración pública, la reforma fiscal y sobre todo, los requerimientos de inversión estratégica de mediano y largo plazo en educación, ciencia y tecnología, ambiente, infraestructura; entre otros. Con un panorama menos alentador que el recibido por la administración Arias cuatro años atrás, seguramente se requerida de un mejor equipo, de mayor concertación, pero sobre todo, de definiciones claras y estratégicas para avanzar en forma firme en materia económica.

El equipo económico elegido pareciera más en la órbita de asegurar la estabilidad que en el interés de fortalecer el crecimiento, la preocupación excesiva por la inflación podría retardar el despegar en materia de empleo y de inversión. El país se enfrenta entonces a un nuevo ciclo de gobierno que pareciera ser más conservador en reformas de largo plazo y apostará más por consolidar los aportes del gobierno anterior que por traer nuevos en campos significativos.