Chile en la actualidad presenta importantes debilidades en el desempeño de su Sistema Nacional de Innovación. A nivel agregado se evidencia el bajo nivel de gasto en investigación y desarrollo —principal indicador sobre el esfuerzo en innovación para efectos de comparaciones internacionales— el cual alcanza a niveles de un 0,7% del PIB. Ello se compara muy desfavorablemente con los países europeos (1,8%), con el promedio de la OCDE (2,2%) y con otros países emergentes.
Este desempeño es el resultado de debilidades presentes en los distintos componentes de nuestro Sistema Nacional de Innovación: en las prácticas empresariales, en los sistemas de formación de recursos humanos, en las instituciones productoras y difusoras de conocimiento científico y tecnológico, y en los dispositivos que ligan o articulan estos componentes. Asimismo se perciben importantes debilidades en la institucionalidad de apoyo a la innovación tecnológica.
El esfuerzo innovativo de las empresas chilenas es notoriamente bajo. Solamente un 27% del gasto en I+D en el país es financiado por las empresas privadas, lo que dista de las cifras de países de la OCDE donde ellas superan el 65%. Ello es reflejo de la escasa relevancia que se otorga a la innovación tecnológica como parte de las estrategias empresariales nacionales, y de la ausencia de la innovación en las rutinas productivas de las empresas. Ello está en parte relacionado con una especialización en la producción de commodities, con una presencia limitada en la cadena del valor —hacia atrás y hacia delante— y escasa penetración en cadenas de comercialización internacionales. Si bien es cierto las empresas nacionales muestran disposición a la innovación “blanda” en el campo de la gestión, esta no siempre trasciende al campo de las innovaciones “duras” intensivas en conocimiento técnico-productivo. Todo lo anterior redunda en la ausencia de una cultura de la innovación entre los distintos estamentos de la empresa.
Es necesario, asimismo, constatar la existencia de debilidades del entorno empresarial que inhiben un mayor esfuerzo innovativo. Entre ellas, la insuficiente disponibilidad de recursos humanos con capacidades para gestionar procesos de innovación tecnológica; la escasa oferta de recursos financieros, especialmente en el ámbito del capital semilla y de riesgo; la insuficiente información respecto de la oferta existente de apoyos públicos a la innovación y la dificultad en el uso de mecanismos de reconocimiento del gasto en I+D para fines tributarios; y la débil articulación entre empresas de un mismo cluster o entre empresas y entidades tecnológicas (universidades entre otros), para ejecutar iniciativas de innovación que trascienden las capacidades individuales.
En el ámbito de la formación de recursos humanos para la innovación se observan también importantes falencias. A las reconocidas debilidades en el ámbito de las competencias básicas (lenguaje, matemáticas, ciencias e inglés), se deben agregar aquellas propias del personal especializado en el campo de la innovación. La formación de investigadores de excelencia, a nivel de doctorados y maestrías se encuentra limitada por la insuficiencia en el número de becas disponibles para programas ligados a las ciencias e ingenierías. La formación de ingenieros —profesionales clave para ampliar el esfuerzo de innovación a nivel país— toma la forma de programas largos y rígidos, y con una notoria ausencia de contenidos relativos a la gestión de la innovación. La formación técnica, por su parte, adolece de una seria desvinculación de los requerimientos específicos del mundo de la producción, lo que se agudiza con la ausencia de un sistema nacional de certificación de competencias, y de oportunidades de educación a lo largo de toda la vida.
Si bien es posible constatar en Chile el desarrollo de actividad científica de excelencia en diversas disciplinas, su impacto sobre el sistema productivo nacional no resulta satisfactorio. Ello dice relación, en parte, con la baja dotación de investigadores con que cuenta el país y con su dispersión, lo que dificulta constituir las masas críticas necesarias para generar mayor impacto (aspecto que se ha estado revirtiendo en años recientes), pero asimismo con la existencia de incentivos y elementos culturales que distancian a la actividad científica del mundo de la producción. Reflejo de ello es la excesiva preeminencia de las publicaciones científicas por sobre la obtención de patentes como criterio de evaluación académica en universidades, la escasa movilidad de académicos entre universidades, y la escasa disposición de la empresa a contratar investigadores calificados. Finalmente, si bien el sistema de fondos que apoya a la investigación científica ha sido eficaz en promover investigación de excelencia, no ha evidenciado el mismo resultado en términos de investigación con impacto productivo, “tirada por la demanda”, lo que llama a construir un nuevo balance a futuro.
Federico "Nuestro actual desempeño" [en linea]
Dirección URL: https://www.zonaeconomica.com/desempeno (Consultado el 04 de Nov de 2024)