La alternativa ofrecida por el FMI

LA ALTERNATIVA OFRECIDA POR EL FMI

 Por Juan Antonio Falcón Blasco

 

            Desde
hace años el FMI ha venido sufriendo las críticas desde dos puntos de vista
antagónicos. Por un lado, se le censura que sea una organización que, en vez de
contribuir a aliviar las cargas de los países pobres, ha originado con sus
medidas la imposibilidad de que estos países puedan salir a flote. Estos
reproches han subido de tono recientemente por parte de los movimientos
antiglobalización.

 

            Por otra
parte, otros critican que el costo de los préstamos que el FMI otorga a los
países en vías de desarrollo en crisis lo financian los contribuyentes de los
países industriales. Supuestamente, el proceso es el siguiente: un país en
desarrollo pide dinero prestado, tiene dificultades para pagar el préstamo, los
mercados de capitales se quedan sin liquidez, el FMI otorga un préstamo de gran
magnitud, el país se salva de las consecuencias de su prodigalidad, se amortiza
por completo la deuda con los acreedores privados, el FMI asume la carga y, de
esa manera, los contribuyentes de los países industriales, que son a su vez los
principales accionistas del FMI, son los que terminan pagando la cuenta. Con lo
cual se prima las políticas irresponsables de los países en desarrollo.

 

            ¿Qué
hay de verdad en estas apreciaciones? ¿Hay una mejor forma de conceder créditos
a los países en vías de desarrollo por parte del FMI?

 

            Lo
que parece evidente es que en muchas ocasiones la concesión de créditos del FMI
a países en vías de desarrollo ha provocado que éstos disparen el despilfarro y
la corrupción. Despilfarro en proyectos megalómanos de todo tipo que el país en
vías de desarrollo en concreto no necesita. Y corrupción a todos los niveles en
la cadena económica y social del país receptor (en ocasiones, derivando directamente
el dinero del préstamo a cuentas privadas en el extranjero de los mandamás del
país receptor). Despilfarro y corrupción que luego han debido de pagar los
ciudadanos, en su inmensa mayoría paupérrimos, de esos países sin recursos. 

 

            Las
dos críticas, que en tiempos pretéritos han tenido su razón, en la actualidad
no responden a la realidad. Consultado el FMI a este respecto, pasamos a
detallar la contestación que este organismo internacional nos da para
proporcionar una respuesta realmente eficaz que solvente los problemas de los
países en vías de desarrollo, especialmente de los más pobres.

 

Reconociendo lo limitado de
los avances logrados hasta el momento en la reducción de la pobreza,
especialmente en África al sur del Sahara, el FMI ha modificado sus programas
de concesión de préstamos.  Este
organismo internacional desea seguir haciendo frente a los principales
obstáculos al crecimiento económico a través del nuevo servicio para el
crecimiento y la lucha contra la pobreza, pero haciendo hincapié en la
reducción de la pobreza y, por ende, en la adecuada financiación y el correcto
suministro de servicios sociales, así como en los aspectos vinculados a la
gestión pública.  Por otra parte, con
mayor frecuencia, los gobiernos están tomando la iniciativa en la elaboración
de ideas y planes para reducir la pobreza en el marco de un amplio diálogo con
la sociedad civil.

 

            Acelerar
el crecimiento y reducir la pobreza serán una tarea difícil, pero una tarea de
puede concretarse, siempre que los responsables de la elaboración de políticas
de África y la comunidad internacional estén dispuestos a asumir su
responsabilidad.   En este sentido, y
como parte de este esfuerzo, el FMI afirma que seguirá alentando a los países
a:

 

<!--[if !supportLists]-->·        
<!--[endif]-->Adoptar una política macroeconómica sólida: nadie se beneficia con una
alta tasa de inflación, menos aún los sectores pobres; los grandes déficit
presupuestarios desplazan la inversión privada y desalientan la exportación, y
los atrasos en los pagos desincentivan a los inversionistas.

 

<!--[if !supportLists]-->·        
<!--[endif]-->Mejorar la eficiencia económica liberalizando el comercio y manteniendo
tipos de cambio competitivos, eliminando la participación directa del Estado en
la producción de bienes y servicios comerciables, y promoviendo la competencia
local en todos los sectores, especialmente el agrícola.

 

<!--[if !supportLists]-->·        
<!--[endif]-->Respaldar los esfuerzos de integración regional que contribuyan a la
liberalización del comercio, una política macroeconómica sólida y el desarrollo
de instituciones que promuevan políticas adecuadas.

 

<!--[if !supportLists]-->·        
<!--[endif]-->Mejorar la infraestructura, especialmente puertos y comunicaciones, a
fin de alentar el comercio y la inversión, finanzasforex.

 

<!--[if !supportLists]-->·        
<!--[endif]-->Aumentar el gasto público destinado a educación y salud y mejorar la
prestación de servicios en estas áreas.

 

<!--[if !supportLists]-->·        
<!--[endif]-->Redoblar los esfuerzos para erradicar la corrupción.

 

<!--[if !supportLists]-->·        
<!--[endif]-->Reducir el riesgo para los inversionistas mejorando la calidad y la
integridad del sistema legal.

 

En muchas de estas áreas, el Banco Mundial deberá desempeñar un papel muy
importante.  Pero el FMI también puede
colaborar a través de sus programas de financiación, de asesoramiento y de
asistencia técnica, y puede también contribuir ayudando a los países que han
sido asolados por conflictos armados, participando activamente en la ampliación
y profundización de la reducción de la deuda, y presionando a los países avanzados
para que abran sus fronteras a las exportaciones provenientes de África al sur
del Sahara.

 

            Habrá
que ver si este deseo del FMI se materializa. Lo que sí parece evidente es que
desde hace años, pero muy especialmente en estos momentos, los países en
desarrollo están reclamando que se sustituya la limosna, es decir, los fondos
de ayuda al desarrollo, por la verdadera posibilidad de que estos países se
desarrollen, es decir, por abrir  la vía,
sin ningún tipo de cortapisas, hacia el comercio justo. Y en este sentido, la
actuación del FMI y de otros organismos multilaterales debe ser contundente
para facilitar a los países pobres ese derecho.

 

Ante lo cual nos
preguntamos: ¿Ha jugado su papel el FMI en el pasado cara a que los países
subdesarrollados pudieran ejercer un comercio justo? ¿Ha tenido como objetivo
principal el FMI hacer que los países pobres tuvieran una capacidad propia de
desarrollo sostenible?

 

            Junto
a lo anterior, hay otra cuestión. La misión encomendada al FMI consistía en
proporcionar asistencia a los países miembros en situaciones de crisis de corto
plazo pero, en la práctica, varios países han dependido de la asistencia de
esta institución durante largos periodos. Así, Filipinas, por ejemplo,
participó en programas respaldados por el FMI durante casi 25 años, y otros
países (como Haití, Panamá, Pakistán y Senegal) durante 20 años o más. Lo cual,
también ha suscitado críticas al FMI. Nos preguntamos: esta situación, ¿ha sido
un problema de los Estados afectados o una falta de capacidad de actuación del
FMI?

 

            Algunos
datos cualitativos indican que el uso prolongado de fondos obstaculiza la
correcta formulación de las políticas internas; y que la percepción, por parte
de los países beneficiarios, de que el FMI estaba detrás ha impedido que los
gobernantes de dichos países tomaran medidas contundentes para salir de
periodos de crisis.

 

             Esto nos lleva a concluir que, a veces el FMI,
puede obrar con corazón al prolongar el crédito a ciertos países, pero esto
tampoco es la solución. Y es que la solución pasa por diseñar alternativas para
que los países pobres tengan su oportunidad de crecer y de desarrollarse. Lo
cual, no es sólo responsabilidad del FMI. Incluso, en ocasiones, esa
responsabilidad está en el apoyo directo que los países ricos presten a los que
son menos afortunados. Y, desde luego, la última palabra siempre la tienen los
dirigentes los países en vías de desarrollo aplicando políticas adecuadas que
beneficien a sus conciudadanos y eviten el despilfarro y la corrupción. Esto no
gusta oírlo, pero hay que decirlo.

 

            En
definitiva, las motivaciones técnicas y políticas del FMI en su actuación han
beneficiado a quien ha podido, sabido y querido aprovecharse de los préstamos
del FMI. En cambio, cuando el FMI ha obrado con dosis de corazón o sentimiento
en su obrar con ciertos países especialmente sensibles no se han obtenido
resultados. Entonces, ¿qué hacemos?

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