Se definirá “legitimidad democrática” como el convencimiento en la población de que la democracia es la menos mala de las formas de gobierno2 (independiente de la opinión que sostengan sobre del desempeño del gobierno en decisiones concretas).
Por consiguiente, la manera de percibir la democracia, respecto a la legitimidad democrática, corresponde a la estabilidad del sistema político, toda vez que, una crisis de legitimidad puede llevar a afectar la calidad de este sistema, acelerando el proceso de transición de régimen o incluso producir el quebrantamiento de éste3.
Por su parte, la “eficacia democrática” corresponde al rendimiento del sistema democrático, lo que para Dahl es la capacidad de los gobiernos para resolver problemas básicos, o lo que los ciudadanos consideran de mayor importancia4. Una menor eficacia de la democracia produce una insatisfacción o descontento político, lo cual surgiría de la evaluación que hacen los ciudadanos del rendimiento de régimen o de las autoridades, así como los resultados políticos que generan5.
Esta diferenciación conceptual es recogida por la literatura. Así, Easton propone la diferenciación de ambos conceptos, al distinguir dos niveles de apoyo político: el apoyo difuso y el específico. Para el autor, el apoyo difuso se interpreta como una medida de legitimidad de sistema, mientras que detrás del significado de apoyo específico estaría la “performance” o los resultados del sistema político6. Es decir, el apoyo difuso correspondería a una medida de legitimidad democrática, mientras que el apoyo específico a una medida de eficacia democrática.
También Latinobarómetro, con el objeto de medir las percepciones y actitudes hacia la democracia, hace una distinción entre legitimidad y eficacia, lo que hace patente cuando diferencia del indicador de legitimidad de la democracia “apoyo a la democracia”, la eficacia de la democracia “satisfacción con la democracia”7 (Ver Cuadro Nº2).
Ya establecida la distinción fundamental entre legitimidad y eficacia democrática, la discusión científica surge al incluir los resultados económicos en dicha diferenciación. La pregunta es, si el estado de la economía afecta la legitimidad de la democracia o únicamente su eficacia.
Por una parte, autores como Fuchs y Klingemann, sugieren que las dificultades políticas y económicas (sobre todo en las nuevas democracias) pueden tener influencias negativas inmediatas en el apoyo del régimen. De hecho, dentro de sus conclusiones más relevantes, los autores señalan que la legitimidad de las democracias occidentales depende cada vez más de sus rendimientos económicos8.
También hay autores como Montero, Gunther y Torcal, entre otros, que rechazan que la legitimidad de la democracia vaya siempre estrechamente unida con el estado de la economía, esto debido a que indican que la legitimidad democrática se relaciona más bien a factores políticos y culturales9.
El debate es complejo, ya que el apoyo a la democracia puede verse afectado por factores de naturaleza política más que por factores económicos, como sería la gestión del gobierno. De hecho, la percepción de la economía, en vastos estudios, ha correspondido a una medida de eficacia de la democracia, no así de legitimidad democrática. Sin embargo, para algunos autores, como Kinder y Sears, el grado de influencia de los resultados económicos en la legitimidad y eficacia democrática, va a depender de la capacidad de los ciudadanos de poder diferenciar entre ambas actitudes hacia la democracia10.
Cuadro Nº2 - Apoyo político | |
Apoyo difuso Estabilidad de la democracia Legitimidad democrática Apoyo a la democracia | Apoyo especifico Rendimiento o “Performance” Eficacia de la democracia Satisfacción con la democracia |
Fuente: Elaboración propia en base a Easton (1975), Montero Gunther y Torcal (1999), Altman (2001), Diamond (1992), Latinobarómetro (2004) |
2 Juan Linz. 'Legitimacy of Democracy and the Socioeconomic System'. (Boulder: Westview Press, 1988). p. 65.
3 Dankwart Rustow "Transitions to Democracy: Toward a Dynamic Model." 'Comparative Politics 2', 1970. pp. 337-364.
4 Robert Dahl. 'Polyarchy. Participation and Opposition'. (New Haven: Yale University Press, 1971). p. 144.
5 Barbara Farah G.; Samuel Barnes H.; Felix Heunks. “Political Dissatisfaction”. En Samuel H. Barnes Max Kaase et al. (ed.), 'Political Action. Mass Participation in'' ''Five Western Democracies'. (Beverly Hills: Sage. 1979). p. 429.
6 David Easton, "A Reassessment of the Concept of Political Support." British Journal of Political Science 5, 1975. pp. 435-457.
7 Véase: Informe-resumen Latinobarómetro 2004, p. 22.
8 Hans-Dieter Klingemann y Dieter Fuchs, "Citizens and the state: a relationship transformed", en H.D. Klingemann y D. Fuchs, comps., 'Beliefs in government', Vol. I, (Nueva York: Oxford University Press. 1998). pp. 419-443.
9 José Montero, Richard Gunther y Mariano Torcal. “Legitimidad, Descontento y Desafección”. 'Estudios Públicos', Vol. 74. 1999.
10 Donald Kinder R.; David Sears O. “Public Opinion and Political Action”. En Gardner Lindzey y Elliot Aronson (ed.), 'The Handbook of Social Psychology'. (Nueva York: Random House. 1985).
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