El valor representativo de las mercancías. Hasta aquí hemos estudiado la mercancía en sí misma, ahora la analizaremos por su valor representativo, derivado de que su existencia está mediada por el trabajo. Al igual que la mercancía es una unidad doble, valor de uso y valor, del mismo modo el trabajo que crea la mercancía tiene un carácter doble. El trabajo representado en el valor de uso no tiene las mismas características que el trabajo en cuanto constituye la sustancia del valor. Para aclarar más estas diferencias volvamos al ejemplo inicial. Tomemos esas dos mercancías: 1 metro de tela se cambia por 2 kilos de trigo. La tela es un valor de uso que satisface una necesidad particular. Para producirla se requiere un tipo de terminado de actividad productiva. Esta viene determinada por su fin, su modo de operar, sus medios, su objeto y su resultado. Llamaremos trabajo útil al trabajo cuya utilidad se presenta en el hecho de que su producto es un valor de uso. El trabajo del tejedor es un trabajo útil en la medida en que en su producto, la tela, es un valor de uso. (Recuerdo que no debe confundirse el ser de una cosa con su realización. Aquí hablamos sólo del ser del valor de uso, no de su realización) Del mismo modo que la tela y el trigo son valores de uso cualitativamente diferentes, también son cualitativamente diferentes los trabajos que les dan existencia. Si estos objetos no fueran valores de uso cualitativamente diferentes, tampoco podrían enfrentarse como mercancías. 1 metro de seda no se cambia por 1 metro de seda, un valor de uso por el mismo valor de uso. Por lo tanto, para que dos objetos se enfrenten como mercancías, tienen que ser valores de uso cualitativamente diferentes.
Escuchemos, a este respecto, a Baudrillard en su trabajo Más allá del valor de uso : “Si el principio del intercambio y el principio de utilidad tienen tal afinidad, es porque, opuestamente a lo que dice Marx de la icomparabilidad de los valores de uso, la lógica de la equivalencia está ya toda entera en la utilidad”. Marx no dice que los valores de uso sean incomparables, sino que los valores de uso que se intercambian deben ser cualitativamente diferentes, que nadie cambia un valor de uso por el mismo valor de uso. Todos los valores de uso en cuanto valores de uso son comparables, como son comparables todas las mesas en cuanto mesas, y los coches en cuanto coches, etcétera. Esta es una de las “habilidades” especulativas de Baudrillard: atribuirle a Marx una cosa que él no ha dicho, que los valores de uso no son comparables, para después criticarlo sin saberse con qué finalidad. De todos modos, con lo dicho hasta aquí podemos concluir que en el valor de uso de toda mercancía se encierra una determinada actividad productiva conforme a un fin, esto es, trabajo útil. De manera que los valores de uso además de tener un valor en sí mismo como tales valores de uso, tienen un valor representativo: representan el trabajo útil . Así que la mesa representa el trabajo útil del carpintero, la paella el trabajo útil del cocinero, la acera limpia el trabajo útil del barrendero, etcétera.