Autor: Eduardo Dermardirossian - [email protected]
El fin que persigue la economía como ordenamiento humano no es independiente de los otros fines del hombre.
Aún más: los diferentes aspectos que conciernen al humano vivir, tales como los relativos a la cultura, a la salud, a la seguridad y otros más, no deben subalternizarse a la economía o dejarse al arbitrio de las variables del mercado. Dicho de otro modo, no puede ser considerada la economía como un fin en sí mismo.
Así, metas tales como el equilibrio fiscal, la estabilidad monetaria, la producción en términos de eficiencia, el funcionamiento más o menos libre del mercado y otros tantos asuntos similares, no deben ser sostenidos a expensas de tan importantes necesidades humanas.
Porque la economía y los muchos y complejos asuntos que su manejo conlleva no constituyen fines últimos, separados de las necesidades y de los anhelos de los hombres. El pan mejor amasado no me sirve si no es apto para mi alimentación, o si, aún alimentando a otro, no llega a mi mesa. Parecida cosa acontece con los pretendidos logros económicos, cuando son a expensas de quienes debieran verse favorecidos con ellos.