Proponemos que la estrategia para la innovación reconozca como criterios matrices los que a continuación se enumeran: 1. Hacia una economía del conocimiento. De la experiencia de los países que surgieron desde una posición relativamente similar a la chilena, se infiere que la economía del conocimiento en torno a los recursos naturales puede ser un camino de desarrollo principal —no excluyente de otros desarrollos— para Chile. 2. Necesidad de un enfoque sistémico. La economía del conocimiento debe sustentarse en cuatro pilares: i) un régimen institucional y de incentivos económicos claro, coherente y estable; ii) un capital humano de calidad; iii) la contribución de la ciencia y de la investigación científica y tecnológica; y iv) una fuerte capacidad de innovación, orientada a desarrollar encadenamientos productivos en torno a ventajas comparativas. Estos cuatro pilares están fuertemente interrelacionados entre sí, siendo el primero de ellos el marco para los otros y requiriendo estos últimos de avances en paralelo. Así, sin un régimen institucional claro, coherente y estable, es improbable que existan los incentivos para invertir en el sector productivo, en actividades innovativas o en capital humano. Por otra parte, sin una demanda por capital humano de mayor calidad por parte del sector productivo, no resulta rentable invertir en educación o puede ser más rentable ofrecer las habilidades laborales en el exterior. Viceversa, sin una oferta de capital humano calificado, la capacidad innovativa del sector productivo se ve limitada por su deficiente capacidad para usar, adoptar y adaptar las tecnologías externas. Incluso, dada la desigual distribución de capital humano existente en el país, un avance solo en progreso tecnológico implica el riesgo de exacerbar las desigualdades de ingreso. Del mismo modo, sin el apoyo y la participación del conocimiento científico será más difícil convertir ideas en resultados. 3. Esfuerzo colaborativo público-privado. La cooperación público-privada es indispensable para desarrollar la capacidad de innovación pro competitividad, existiendo roles insustituibles para cada sector. Por una parte, el sector público debe orientarse a corregir las fallas de mercado y sistémicas que inhiben la innovación y/o su financiamiento. Y por otra, el sector privado, incluyendo a empresas grandes y pequeñas, debe centrarse en revelar las ventajas comparativas en torno a las cuales innovar. Además deben exigir transparencia y rendición de cuentas para minimizar las fallas de Estado. 4. Promoción intensiva de la asociatividad La actividad de la innovación tecnológica tiene múltiples características que inhiben su plena ejecución por parte de agentes individuales. Entre ellas contamos la insuficiente apropiablilidad y el riesgo del free-rider, las indivisibilidades y las dificultades para diversificar el riesgo. Muchos de estos obstáculos se podrían morigerar o incluso eliminar si los actores involucrados se asociaran. Sin embrago, ello en general no ocurre espontáneamente, pues las entidades involucradas deben incurrir en altos costos de transacción para establecer los acuerdos necesarios. Es por ello que las políticas de apoyo a la innovación deben poner especial énfasis en reducir esos costos de transacción y promover activamente la asociatividad entre empresas y entre estas, universidades y entidades tecnológicas y de investigación. 5. Una institucionalidad eficiente como requisito de conducción y coherencia. La institucionalidad es relevante para abordar en forma eficiente tanto el enfoque sistémico de la economía del conocimiento como la complementación de los esfuerzos públicos y privados en innovación. En particular, se necesita una institucionalidad flexible como las que se propone en el párrafo anterior que dé directrices consistentes y coordine las políticas públicas pro innovación y aquellas que se destinan al desarrollo de capital humano y de las ciencias, orientando los esfuerzos hacia objetivos estratégicos. Esta institucionalidad también debe crear los incentivos adecuados para movilizar a favor de la innovación competitiva a los distintos actores relevantes —gobierno, empresas, trabajadores, científicos, educadores e instituciones financieras, entre otros— y desarrollar el capital social y la confianza que permitan la colaboración público-privada y entre privados. Una solución institucional eficiente para estos propósitos pasa necesariamente por asignar en forma clara la responsabilidad del diseño y la coordinación de las políticas pro economía del conocimiento, diferenciándola de la ejecución de programas específicos. 6. Las políticas e iniciativas que se realicen deben tener justificación económica y orientarse a aumentar la productividad. Las políticas pro innovación deben vincularse con ventajas comparativas reales, reveladas por el propio mercado, y no pretender obligar al país a competir en sectores con improbables alternativas de éxito. En este sentido, trabajar en torno a clusters dinámicos e innovadores construidos alrededor de recursos naturales abundantes, u otros que puedan surgir, resulta consistente con nuestras ventajas comparativas. 7. Se debe propender a la generación de ventajas competitivas dinámicas. Para efectos de generar un crecimiento estable el país debe avanzar desde un patrón de especialización basado en ventajas competitivas estáticas, en general derivadas del acceso privilegiado a recursos naturales, hacia uno basado en ventajas competitivas dinámicas, es decir aquellas construidas y derivadas del dominio privilegiado de conocimientos y técnicas que van profundizándose en el tiempo. 8. Se debe promover no sólo la generación o creación de nuevas tecnologías, sino también la difusión y transferencia de las existentes. Si bien en los sectores en los que Chile es líder puede ser necesario estar en la frontera del conocimiento, debe tenerse presente que la innovación implica principalmente adoptar y adaptar tecnologías externas. Esta consideración implica que el esfuerzo innovador del país debe estar en sintonía con las necesidades empresariales, muchas veces referidas a difusión y transferencia tecnológica que permitan cerrar brechas de productividad. Un primer paso de enorme impacto consiste en difundir las mejores prácticas y tecnologías ya en uso en una o más de nuestras empresas líderes al resto de las empresas nacionales, en particular a la pequeña empresa emergente. 9. Sincronización y articulación de las reformas al Sistema Nacional de Innovación. Para que se produzca efectivamente el círculo virtuoso entre todas las políticas que se implementan en las diversas áreas pertinentes ya enunciadas resulta esencial sincronizar las reformas que permitan transformar el estímulo a la inversión en I+D y la inversión en capital humano en mayor crecimiento económico con generación de empleo de calidad. Este círculo virtuoso requiere un esfuerzo de generación, a partir de los existente, de una mayor articulación entre oferta y demanda de tecnología. 10. Colaboración internacional e inversión extranjera Dado el desarrollo alcanzado en este campo por los países líderes es preciso extender la colaboración al contexto internacional, construyendo redes que vinculen a los actores nacionales, ya sean unidades de I+D en empresas, centros de investigación o entidades de gestión tecnológica a contrapartes en el extranjero, generando un tráfico bidireccional de ideas, personas e iniciativas de innovación, y procurando lograr la radicación en Chile de unidades de I+D de grandes empresas internacionales. Es importante, también, aprovechar la inversión extranjera como fuente significativa de aporte tecnológico y de apoyo a la formación de redes y desarrollo de I+D, en el entendido de que esto tenga lugar sin que se otorguen ventajas discriminatorias. 11. Se requiere un enfoque flexible en las acciones de apoyo estatal. Este enfoque requiere de un Estado confiable, transparente y riguroso para evaluar sus intervenciones, debiendo terminarlas o reformularlas, ya sea porque prueben ser ineficientes o porque queden superadas por el desarrollo del propio mercado. En definitiva, el Estado debe ser capaz de aprender de sus errores y evitar las “fallas de Estado”, tales como su captura por parte de grupos de interés, o el intervencionismo inconsistente con el mercado (como “la elección de sectores ganadores”). La flexibilidad se puede requerir, por ejemplo, para solucionar las fallas que limitan el financiamiento del emprendimiento innovador. En este mercado persiste un rezago en el desarrollo del capital semilla para el financiamiento de los primeros escalamientos de los proyectos innovadores. En países como Suecia e Israel esta problemática se enfrenta a través de la adquisición de una participación en la propiedad de los proyectos por parte del Estado, pero con un rol debidamente acotado por evaluaciones sistemáticas y condiciones “de salida” objetivas definidas con anterioridad. 12. Evitar la proliferación y simple adición de instrumentos. Es preciso asegurar la coherencia y evitar la dispersión de los instrumentos públicos establecidos para promover la Innovación. En el caso de detectarse nuevas necesidades u objetivos para la política pública, dar prioridad a la adaptación de uno o más de los instrumentos existentes, procurando evitar la multiplicación por agregación en el tiempo de los mismos. 13. Selectividad y neutralidad. Se debe priorizar el uso de los recursos para tener impactos significativos. La actividad de investigación y desarrollo, para que tenga un impacto competitivo real, requiere la existencia de masas críticas de recursos humanos y materiales, algo particularmente complejo dado el tamaño de nuestra economía. La formación de capital humano especializado también requiere de escalas o masas críticas, así como del establecimiento de redes nacionales e internacionales. Por otra parte, la insuficiente innovación en el ámbito de los negocios se explica en parte por fallas de coordinación. La inversión en una nueva área de negocios, requiere disponer de infraestructura básica, infraestructura tecnológica y capital humano especializado, cuya provisión no es siempre factible de coordinar. Esta falla de coordinación es la que justifica priorizar el esfuerzo de innovación en torno a clusters existentes en que ya se han creado las masas críticas de los factores necesarios para el éxito de la innovación empresarial. Por todo lo anterior resulta necesario desarrollar, en cierto grado, políticas selectivas que concentren consistentemente una porción de los recursos en esfuerzos específicos, incluidos los que se hagan en el campo de la investigación y la formación de recursos humanos. Al respecto cobra vital importancia el método mediante el cual se realice la mencionada selectividad, pues debe evitarse caer tanto en acciones voluntaristas como de captura por intereses específicos, que han demostrado largamente su ineficiencia en el pasado. Según muestra la experiencia internacional, es fundamental que la identificación de los focos o prioridades surja de estudios encargados a entidades nacionales y extranjeras y de un proceso de consulta y diálogo amplio con los actores relevantes (empresa, academia y gobierno), en base a la formulación de visiones compartidas respecto de los principales desafíos y acciones necesarias para abordarlos. En paralelo, una porción mayoritaria de los recursos seguirá asignándose bajo modalidades neutrales para asegurar que la iniciativa individual que emerge de empresarios e investigadores de manera descentralizada, tenga acogida y prospere para contribuir a que emerjan nuevos nichos con ventajas competitivas para el país. Por fin, es preciso tener en cuenta que, dados los cambios que permanentemente alteran las condiciones del entorno nacional e internacional determinando nuevas oportunidades y desafíos, la identificación de prioridades y consiguientes políticas selectivas ha de ser esencialmente dinámica. Esta realidad requiere una institucionalidad abierta y flexible, que se constituya en una antena eficaz apoyada en antecedentes y estudios sólidos y objetivos. 14. Se requieren mayores recursos, públicos y privados, para fomentar la innovación. En el ámbito de la Investigación y Desarrollo —más allá de las ganancias de eficiencia que puedan lograrse — el país debe cerrar la brecha respecto del esfuerzo esperado para su nivel de ingreso. En este sentido, se estima que Chile debe aumentar sustancialmente los recursos nacionales destinados a este propósito si quiere alinearse con los países líderes en innovación. Para ello no solo deben aumentarse los recursos públicos destinados a la innovación, sino que además éstos deben ser capaces de apalancar esfuerzos equivalentes o mayores del sector privado. Lo anterior requiere tanto de un diseño de instrumentos adecuados como del desarrollo de una cultura innovadora en nuestro empresariado. 15. Creación de capacidades regionales. Debe priorizarse la creación de capacidades para la innovación en las regiones del país para acrecentar su participación en los procesos innovativos, estimulando el desarrollo de proyectos colaborativos que los involucren, los que a su vez, contribuirán a la propia creación de capacidades. Esta prioridad alcanza por igual a la formación de capital humano (en especial doctorados y maestrías profesionales en Ingeniería), investigación científica y tecnológica, participación de empresas privadas y de construcción de redes. Especial incentivo debiera otorgarse a proyectos innovativos que – asegurada la necesaria excelencia – digan relación con los clusters basados en recursos naturales propios de las regiones pertinentes. Es obvio que en la elaboración de políticas públicas e instrumentos de apoyo que realizaría el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad que se establezca deberían considerarse los avances y experiencias recogidas por diversas entidades nacionales que han estado desarrollando una labor fructífera en este campo.
Federico "Criterios estratégicos" [en linea]
Dirección URL: https://www.zonaeconomica.com/chile/innovacion/criteriosestrategicos (Consultado el 25 de Dic de 2024)