Según el IERAL es posible identificar tres pilares el proceso de desarrollo del sector vitivinícola, acaecido desde la década de los noventa:
- La propia naturaleza del producto: el cual responde directamente a los gustos de los consumidores, estableciéndose una relación estrecha entre productor y demandante, asegurando no sólo la diferenciación (debido a, por ejemplo, la existencia de múltiples variedades de uvas que permiten la elaboración de múltiples tipos de vinos y jugos) sino también la existencia de una oferta atomizada donde resulta escasamente probable que una empresa del sector quite una parte significativa del mercado a otra.
- Factores endógenos: Entre éstos se encuentra, por un lado, un grupo de empresarios innovadoresque la crisis de los 80 los estimuló a la búsqueda de alternativas por lo que siguieron atentamente las tendencias mundiales de la vitivinicultura. Por otro lado, la existencia de profesionales como ingenieros agrónomos, enólogos y otros técnicos que estuvieron capacitados, dado que conocían las nuevas tendencias en materia de elaboración de vinos así como también la potencialidad de ciertas variedades de uva como el Malbec1 en estos suelos y climas, junto con el apoyo de instituciones.
- Factores exógenos: La estabilidad, en primer lugar, de las reglas de juego de la economía por parte del sector público a partir de la pérdida de intervención del Estado en el mercado. En segundo lugar, la estabilidad en el año 1991 que permitió realizar evaluaciones económicas certeras de los proyectos de inversión. En tercer lugar, la apertura económica que posibilitó la incorporación de tecnologías por la disminución de los aranceles a las importaciones de bienes de capital. Por último, la desregulación por decreto que eliminó las herramientas de las que disponía el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) para regular el mercado y limitó sus funciones sólo a la fiscalización de la genuinidad de los productos vitivinícolas.
La combinación de estos tres pilares fue la que generó durante la década una atracción de inversiones al sector, que según expertos fue de aproximadamente 1.300 millones de dólares, abarcando la fase agrícola e industrial. Esto comprende no sólo la realizada por los empresarios locales, quienes iniciaron el proceso de transformación, sino también la proveniente de diversos lugares como Europa, Estados Unidos y Chile.
Esto condujo a un progreso tecnológico que comenzó en el área vínica a través de la incorporación de sistemas de enfriamiento, moledoras centrífugas, prensas neumáticas, vasijas de acero inoxidable, embotelladoras, etc. e impulsó la inversión del sector vitícola por medio del acceso al riego por goteo, nuevas variedades de uvas, malla antigranizo, etc.
Además, la toma de conciencia de que un vino de calidad comienza en el viñedo exige que la relación de antagonismo y rivalidad de décadas anteriores se transforme en una cooperación mutua, observándose hoy una integración vertical entre viñateros y bodegueros cada vez más afianzada. Actualmente las bodegas brindan importante asistencia técnica a viñateros y en algunos casos incluye la provisión de agroquímicos. De la misma forma existe una integración horizontal demostrada por la cooperación entre empresas para su inserción en el mercado internacional, lo que obedece fundamentalmente a un problema de costos, porque el costo de incorporarse al mercado internacional es muy alto como para ser asumido sólo por una empresa. En la actualidad, participan en forma conjunta en las principales ferias y exposiciones mundiales, ambientes propicios para el desarrollo de los negocios.
Cabe mencionar, siguiendo los informes del INV, el crecimiento en la fabricación de jugos concentrados de uva a los cuales en el año 2007 se destinó alrededor del 33 % de las uvas producidas2, lo cual es impulsado por el antes mencionado desarrollo del mercado internacional. Ellos constituyen el segundo rubro en importancia de las exportaciones de productos vitivinícolas. Argentina ha llegado a posicionarse en los primeros lugares en los principales mercados importadores tales como Estados Unidos, Sudáfrica y Japón.
Si bien la industria del mosto concentrado comenzó a desarrollarse en la década de los ochenta, el gran crecimiento vino de la mano del Acuerdo Mendoza – San Juan. Actualmente es una actividad madura y sustentable en el tiempo.
El vino producido con la uva en cuestión es de gran aceptación en los mercados internacionales.
Por un acuerdo entre Mendoza y San Juan, los productores de estas provincias están obligados a destinar un porcentaje de su producción de uva a la elaboración de mostos, es un porcentaje que desde 1996 se determina cada año.
Autor: Pablo A. Díaz Almada - Año 2009
Diaz Almada "Factores de Competitividad - El Mercado de Vinos" [en linea]
Dirección URL: https://www.zonaeconomica.com/industria-vitivinicola-argentina/mercado (Consultado el 22 de Nov de 2024)