Eduardo Dermardirossian
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¿Cuál es la naturaleza del dinero[i] y cuál la del trabajo humano? ¿Es preciso que el trabajo sea retribuido con dinero? Reflexionar sobre estas cuestiones es mi propósito de hoy.
Primitivamente las cosas valían tanto como la necesidad que tenía el hombre de ellas. Luego adquirieron un valor[ii] relativo o de cambio, esto es, valían en relación a las otras cosas. Una cabra por diez alforjas de trigo. Finalmente sobrevino una especie de metálico acuñado o un documento escrito por el soberano al que le fue asignado un valor: así nació el dinero. Quien tenía el dinero podía tener las cosas y podía, también, tener para sí el trabajo ajeno. A la íntima creencia de que el hombre era sagrado siguió la creencia de que, entonces, era sagrado también su trabajo y el dinero que lo retribuía.
Creo que las teorías que se han ensayado sobre el valor son erradas. Rareza, oferta y demanda, necesidad, convención social y otras predicaciones, aún cuando pueden anunciar el precio de las cosas, son impropias para asignarles valor. Sólo el trabajo le asigna valor a las cosas.